La neumonía es la causante de que cada año mueran en España más de 15.000 personas y que 90.000 sean hospitalizadas, según datos de la compañía Pfizer. Los meses de otoño y de invierno son los de mayor incidencia de esta afección, que puede afectar gravemente a mayores y a pequeños.
En el caso de los segundos, puede estar provocada por bacterias como el Streptococcus pneumoniae (neumococo), el Staphylococcus aureus, la Legionella y el Haemophylus influenzae, que hacen que los menores enfermen velozmente y comiencen con fiebre alta repentina y respiración particularmente rápida. También por virus como el de la gripe y la varicela, que suponen la aparición de síntomas de forma más gradual y que son menos graves.
Algunos tipos de neumonía producen síntomas que dan señales importantes acerca del germen que causa la enfermedad. Por ejemplo, en los niños de mayor edad y los adolescentes, la neumonía causada por micoplasma (también denominada neumonía migratoria) es fácil de detectar debido a que produce dolor de garganta, dolor de cabeza y salpullido, además de los síntomas habituales de la neumonía.
En los bebés, cuando está causada por clamidia puede provocar conjuntivitis (ojos irritados) leve y sin fiebre. Cuando la neumonía se debe a la tos ferina (pertusis), el niño puede tener ataques de tos prolongados, adquirir un color azulado debido a la falta de aire o hacer el clásico sonido de «silbido» al tratar de inspirar.
En todo este proceso, los pequeños pueden experimentar pérdida de peso debido a la falta de apetito y al aumento del gasto energético debido a la cantidad limitada de oxígeno y el intercambio de dióxido de carbono que sufren. Por ello es importante poner a la alimentación de su lado para ayudarles a combatir mejor la enfermedad.
Es importante proporcionarles un alto contenido calórico con alimentos ricos en proteínas nutritivas para mantener su estado nutricional y prevenir complicaciones. Su dieta debe contar con líquidos claros (agua, zumos de frutas, gelatinas, té, limonada y caldo de pollo caliente que, además, ayuda a relajar las vías respiratorias y elimina mucosidades) para que no se deshidrate. Los bebés menores de 12 meses deben continuar tomando leche materna o de fórmula y, a partir del año, entera.
Los sólidos deben aparecer en menor cantidad, pero siempre repletos de calorías y proteínas para que pierdan peso y se promueva su sistema inmunológico de manera saludable. Por ejemplo, carne, pescado y huevo.
Las frutas y las verduras también son muy útiles para los niños con neumonía por su gran aporte de vitaminas, minerales y antioxidantes. Les vienen muy bien aquellos de colores brillantes como el brócoli, el tomate, la zanahoria, el pimiento, la naranja la manzana y el melón. También los cereales integrales, el arroz o la pasta, que proporcionan selenio y zinc y que protegen de los daños de los radicales libres, y los lácteos como el yogur, la leche o el queso, que aportan al cuerpo probióticos y vitamina E.